La mamografía es una técnica de diagnóstico por imagen que emplea rayos X, un tipo de radiación ionizante, para la observación del tejido mamario. En las imágenes resultantes de la mamografía clásica, las áreas de baja densidad aparecen translúcidas, mientras que las de tejido denso (incluyendo tejido conectivo y masas tumorales) se muestran de un tono más blanco en fondo negro. 

Las mamografías de exploración son útiles para la detección de todos los tipos de cáncer de seno, de ahí que a partir de cierta edad se empleen en el sexo femenino como parte de programas de prevención, aunque no existan síntomas. La radiación emitida es mínima y por lo general no reporta ningún efecto secundario. 

Antes de realizar este estudio de diagnóstico por imagen, es esencial comentarle al profesional en salud cualquier cirugía previa en la región mamaria, tratamiento hormonal, biopsia u otro procedimiento. También es necesario exponer si se está embarazada y/o amamantando al momento de la prueba.

También hay que tener en cuenta que el mejor momento para hacer una mamografía es alrededor de una semana después del sangrado menstrual. Debes evitar programar tu mamografía durante la semana anterior al período si tus senos están sensibles durante ese tiempo.

Más allá de estas apreciaciones, el día de la prueba no hay que ponerse desodorantes, talcos en polvo, cremas o ungüentos en la región mamaria o axilar. Estas sustancias pueden ocultar una parte de las imágenes o producir objetos que lleven a confusión durante el diagnóstico. Por último, hay que quitarse todo objeto metálico del cuello y la región torácica antes de la prueba. 

Durante el procedimiento, un profesional en esta técnica de diagnóstico por imagen colocará la mama de la paciente en una plataforma especial, para que luego esta sea comprimida con una paleta transparente de plástico de forma gradual. Las superficies del compresor pueden sentirse frías y la propia compresión de la mama puede resultar algo dolorosa, pero no debería sentirse incomodidad más allá de estos detalles.

Se solicitará que la paciente cambie de posición durante el proceso de toma de imágenes y, en general, el proceso se repite en ambas mamas. 

Curiosamente, el principal riesgo de las mamografías tradicionales es que no son perfectas, por lo que en contadas ocasiones podrían no detectar una masa tumoral o lesión que requiera tratamiento. Para reducir al mínimo la incertidumbre, del 5 al 15 % de las mamografías de exploración requerirán de pruebas accesorias, como tomosíntesis de seno o ecografía mamaria, entre otras.

Siempre existe un riesgo mínimo de que la radiación ionizante emitida en este tipo de pruebas sea dañina. De todas formas, la cantidad de radiación utilizada durante la mamografía es extremadamente baja y no se ha asociado a una mayor probabilidad de tener cáncer de mama. Por eso, su utilidad tanto en la prevención como en el diagnóstico supera con creces cualquier potencial efecto secundario. 

Tras la prueba, un profesional en la interpretación de imágenes por resonancia magnética (radiólogo) evaluará tus resultados. Tanto las imágenes obtenidas como el informe médico estarán disponibles para la visualización en nuestro Portal del Paciente. Si se desea, también se pueden adquirir en formato CD o USB.